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miércoles, 11 de marzo de 2015

Comienza la guerra de los Malcontents o Agraviados 1827


11 de marzo de 1827.-


 
   Comienza la llamada «Guerra de los agraviados» en castellano, y de los «Malcontents» o descontentos en catalán fue el prólogo de las guerras carlistas. Entre el 11 de marzo y mediados de septiembre de 1827 tuvo lugar una insurrección en Cataluña, parcialmente secundada en Valencia, Aragón, el País Vasco y Andalucía, contra lo que se consideraban medidas desacertadas del gobierno de Fernando VII, como por ejemplo el no restablecimiento de la Inquisición.  


Sublevaciones ultrarrealistas.
 

     Se trató de un movimiento popular de los ultrarrealistas que cuajó entre quienes se sentían agraviados por el incumplimiento de las promesas de Fernando VII tras su última restauración en el trono. Y, como suele ocurrir, tras el primer Manifiesto de declaración de guerra al Rey, su redactor, Agustín Saperes, con Josep Bossoms y otros personajes locales, conformó la Junta Suprema Provisional del Gobierno del Principado de Cataluña, con sede en Manresa. Lo cierto es que tuvieron un éxito considerable, sobre todo en la Cataluña interior: rápidamente fueron ocupados Vich, Cervera, Valls, Reus, Talarn y Puigcerdá, y permanecieron asediadas Cardona, Hostalrich, Gerona y Tarragona. Simultáneamente se agregaron grupos de revueltos en Aragón, el País Vasco, Córdoba y el Maestrazgodonde varias ciudades cayeron rápidamente en manos de los rebeldes, no porque éstos tuvieran una gran fuerza, sino porque la población simpatizaba con ellos. El Rey actuó con rapidez y decisión. El 14 de septiembre el Marqués de Campo Sagrado era sustituido en la capitanía general de Cataluña por el Conde de España, ahora nombrado jefe del ejército expedicionario, y el 18 Fernando VII anunció su viaje a Cataluña; el 23 el Conde de España estaba ya en Tortosa con sus tropas y el 28 el monarca y el conde entraron en Tarragona.


Granaderos de la Guardia Real de Fernando VII.


      La presencia del rey, el indulto concedido y el papel de la jerarquía eclesiástica facilitaron la campaña y Manresa se rindió sin lucha el 8 de octubre, y a continuación Cervera, Vich y Olot. Cuando todo el mundo pensaba en un trato benigno con los implicados Fernando VII rechazó cualquier petición de gracia; nueve de los principales insurrectos fueron fusilados en Tarragona, mientras que unos trescientos fueron deportados a Ceuta. Fernando sabía que su presencia era trascendental. El profundo sentimiento de los sublevados coincidía de pleno con el del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón, aspirante al trono, que contaba con numerosos apoyos, sobre todo en la mitad norte de España. Esto, en una España convulsa como la del siglo XIX, llevaba irremediablemente a la guerra civil.




Carlos María Isidro de Borbón


     Se toma así el nombre del devoto Carlos María Isidro como cabeza de una opción ideológica en un momento, entre 1826-1827, en que todavía no está planteada la cuestión sucesoria, ya que el heredero de Fernando VII, según la legislación vigente, es su hermano Carlos María Isidro, al carecer el rey de sucesión directa, pero ya por cuestiones ideológicas, se baraja el nombre de su hermano como representante del absolutismo realista y a Fernando VII se le reprochará ser un liberal encubierto.



Ultrarrealistas "malcontents" catalanes.


     Los malcontents se quejan de varios agravios:

      Que no se restableciera la Inquisición.
      De las relaciones del Rey con los afrancesados.
      Del reformismo del gobierno del Rey: los realistas que aparecen en el gobierno creen que tiene que haber reformas para que se sostenga el régimen absoluto.
      Reglamentos de los Voluntarios Realistas para poder controlarlos.. A partir de esta fecha no habrá más insurrecciones de los ultrarrealistas contra el rey, ya que éstos confiaban en una pronta muerte del monarca y en que el trono pasara a su hermano Carlos.

      Esta revuelta constituyó el antecedente más directo de las Guerras Carlistas.