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miércoles, 1 de mayo de 2013

Desastre de Cavite 1898

1 de mayo de 1898.-


      Se produce en aguas de Filipinas el conocido como Desaatre de Cavite, batalla naval librada entre las escuadras española y norteamericana con victoria de esta última que dió la puntilla al imperio español,




     Tras el luctuoso hundimiento del Maine, y antes de declarar la guerra contra España, el asistente del subsecretario de marina americana, Teodoro Roosevelt, ordena al comodoro George Dewey preparar su escuadra asiática con el fin de destruir a la española de Filipinas.Los americanos contaban con seis buques, los Olympia, Baltimore, Raleigh, Petrel, Condord y Boston. Los cuatro primeros eran cruceros protegidos y, los dos últimos, grandes cañoneros. En total sumaban 19.000 toneladas de desplazamiento.Eran de construcción moderna.






USS Olympia.



       Por parte española se contaba con 7 buques, entre los que se encontraban los Reina Cristina (insignia de Montojo), Isla de Cuba, Isla de Luzón, Castilla, Don Antonio Ulloa, Don Juan de Austria, y el Velasco . Aunque eran buques un poco más viejos que los de los americanos, se podría afirmar que la mayoría se encontraban en la mitad de su ciclo de vida, aunque las principales unidades de la escuadra estaban pendientes de grandes obras y en un estado de mantenimiento lamentable. Al mando del apostadero de Filipinas y por tanto de las fuerzas navales allí desplegadas se encontraba el Contraalmirante Patricio Montojo y Pasarón. Los buques americanos en general, eran más grandes, rápidos, y potentes (por la mejor calidad y calibre de sus piezas) que los españoles.


 
Escuadra española del Pacífico.



     Montojo tenía sus buques fondeados frente a Cavite, deficientemente cubiertos por las escasas baterías costeras de la zona. Así que Dewey atacó en línea realizando sucesivas pasadas frente a los buques fondeados mientras se iba acercando, llegando a ser la distancia final de combate inferior a los 2.000 metros. La táctica española se limitó a contestar al fuego mientras se intentaba cubrir al insignia Cristina para que éste lanzase un ataque con torpedos, Montojo se lanzó con su insignia Cristina y el Don Juan de Austria para intentar torpedear el buque insignia de Dewey. Un chaparrón de proyectiles detuvo el ataque, averiando gravemente al crucero insignia de Montojo, y forzando la retirada hacia la línea española. Los americanos prosiguieron con su fuego ya a unos 2 kilómetros entre las dos escuadras.


Explosión de los barcos españoles


      La superioridad americana se basó principalmente en sus cañones de gran calibre, de los que carecía la escuadra española y por la mejor calidad de las denominadas piezas de tiro rápido. Dos horas y media de combate después, la situación de la escuadra española no era tan mala como cabría imaginar. Sólo en dos cruceros españoles (el Castilla y el Cristina) la situación era casi insostenible, ya que ambos tenían graves daños y numerosas bajas, pero aún así continuaban a flote y seguían disparando (no obstante un temeroso Montojo cambió su insignia al Isla de Cuba); el resto apenas habían recibido algunos impactos y estaban en condiciones de soportar sin problemas el castigo americano durante bastante tiempo.

La escuadra estadounidense abriendo fuego sobre los barcos españoles.


       Dewey ordenó la retirada al ver los escasos resultados de su ataque, aprovechando esta pequeña tregua para dar de comer a sus cansadas dotaciones. La situación se tornaba preocupante para el almirante americano, haciéndole reflexionar sobre el hecho de que a pesar de haber consumido la mitad de sus municiones, no había conseguido sin embargo hundir ningún buque enemigo.




Imagen de la batalla de Cavite.



       Mientras tanto, Montojo ordenó abandonar los incendiados Cristina y Castilla. En el proceso, murió alcanzado por una granada enemiga el comandante del Cristina, Luis Cadarso y Rey. Montojo desembarcó en Cavite para curarse de una contusión en la pierna. Allí fue felicitado por el comandante del Arsenal, Enrique Sostoa Ibáñez, por haber rechazado el ataque estadounidense. Montojo le replicó que estaba vencido y le encargó, si Dewey regresaba, varar los buques y desembarcar a las tripulaciones. Mientras tanto él mismo se marchaba a Manila.



Dibujo de la cubierta de un buque estadounidense

       Dewey decidió esperar a que se dispersase el humo del combate para ver cómo había quedado la escuadra española. Los incendiados Cristina y Castilla, abandonados a sus incendios, explotaron. Al oír las explosiones, Dewey regresó, disparando sobre los buques que estaban siendo varados, contra los inútiles y sin tripulación Velasco y Lezo, explotando este último por la pólvora que tenía a bordo, y también sobre el arsenal de Cavite.



                                        El crucero Reina Cristina hundido en la bahía de Manila.



Pese a la superioridad artillería de los americanos, el porcentaje de acierto de sus cañones fue ridículo. Los cañones de 152 mm sólo consiguieron un 1% de impactos, los de 127 alcanzaron el 3’5% y sólo los de 203 tuvieron un aceptable 9%, siendo los que más daño hicieron a los buques españoles. En total los americanos hicieron 5.859 disparos de los que sólo unos 145 lograron alcanzar su objetivo: 81 impactos recibieron entre los cruceros Cristina y Castilla, 33 el Ulloa, 13 el Austria, 10 el Duero, 5 el Isla de Cuba y 3 el Isla de Luzón.



Crucero español Isla de Cuba. Este crucero junto al D. Juan de Austria y el Isla de Luzón fueron incorporados a la flota estadounidense, llegando a estar en servicio activo como mercantes hasta 1931.




      Las bajas de ambos bandos fueron las siguientes: los españoles perdieron 60 hombres, resultando heridos 193; los americanos oficialmente tuvieron 1 muerto y 15 heridos, aunque otras informaciones mas veraces de países terceros, elevan esta cifra a los 50 ó 70 entre muertos y heridos.
Con esta batalla, Dewey logró el dominio de la bahía de Manila y esto animó a los filipinos a sublevarse contra los españoles. A Dewey se le ascendió a Contraalmirante por esta victoria.



Información sobre la noticia de la derrota española.

     Por haber abandonado a su escuadra antes de haber finalizado el combate, Montojo fue encausado y expulsado de la Armada, readmitiéndosele más tarde en la reserva.

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