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martes, 18 de septiembre de 2012

Batalla de Baltanás 1475

18 de Septiembre de 1475.-


     Se produce la batalla de Baltanás dentro de la Guerra de Sucesión por el trono de Castilla. A la muerte de Enrique IV los partidarios de su hija Juana no aceptaron la coronación de Isabel, hermana del rey difunto como reina de Castilla, por lo que se produjo un enfrentamiento civil entre los partidarios de Juana e Isabel.
     La guerra civil no fue sangrienta. Hubo pocas batallas y mucha diplomacia, tratando de ganar cada bando el favor de las ciudades y de sus nobles dominantes. Alfonso V de Portugal, aliado de Juana, tomó la iniciativa invadiendo Castilla, una estrategia que tuvo su punto culminante en la batalla de Baltanás.


Alfonso V de Portugal al frente de sus tropas.


     En ella las tropas portuguesas vencieron a las castellanas y tomaron prisionero a su comandante, el conde de Benavente, pero bien pudo calificarse como victoria pírrica, pues los portugueses, muy superiores en número, sufrieron cientos de bajas, mientras que los castellanos apenas una decena, y por encima de ello, la batalla cambiaría el rumbo de la guerra. El rey portugués fue consciente de que lejos de sus fronteras su causa no encontraría más adhesiones, sino más bien hostilidad, hasta su definitiva derrota en la batalla de Toro.


Torra de la iglesia de San Millán en Baltanás, provincia de Palencia.

     Tras la batalla, la reina Isabel se presentó en Baltanás para llorar a los caídos, que según parece fueron sólo seis soldados, y consolar a sus gentes por el saqueo sufrido. La Reina concedió a la villa una demora de dos años para todas sus deudas y quiso que sus rentas fueran destinadas a resarcir a los perjudicados.


Isabel I de Castilla.

     Este gesto humanitario, unido al buen recibimiento ofrecido al prisionero, Rodrigo Alfonso Pimentel, duque de Benavente, por el que se pagó un jugoso rescate, sirvió de excelente propaganda para la causa de Isabel.

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