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sábado, 1 de septiembre de 2012

1 de Septiembre de 1054.-


     Los reinos de Castilla y de Navarra se enfrentan en la batalla de Atapuerca, que permitió la recuperación para Castilla de gran parte de las tierras burgalesas ocupadas por el Reino de Navarra, tras la muerte del Rey Don García.


La España del siglo XI.

     La distribución del reino de Navarra impuesta por Sancho III el Mayor entre sus hijos, más que perpetuar la unión entre ellos y a la postre la del propio reino, fue causa de continuos altercados. Al primogénito García le fue entregado el reino de Navarra; el entonces Condado de Castilla pasa al segundogénito, Fernando; a Ramiro, Aragón, y a Gonzalo, Sobrarbe y Ribagorza.
     Parece ser que la envidia devoraba el corazón de García y motivado por ella no dudó en atentar contra la vida de Fernando aprovechando una visita que hiciera éste a Nájera con motivo de una enfermedad que puso a García cerca de la muerte. Al poco, para hacer olvidar su atentado, o para sincerarse de él, García fue a visitar en su corte a Fernando, “más para disimular su frustrado crimen, que para consolar a su hermano”. Lleno de ira al verle, Fernando hizo que le cargasen de cadenas y mandó que le encerrasen en una torre de Cea. El navarro logró escaparse y deseando vengar la injuria, declaró la guerra a su hermano».
La historia nos presenta la personalidad del monarca navarro como ‘visceral y poco reflexiva’. Éste plantea la disputa de la causa mediante una guerra. Fernando I de Castilla, al parecer más sensato, intentó varias veces solucionar el problema, mandando embajadores con el fin de procurar acuerdos y evitar el litigio, pero el navarro los rechazó a todos y la guerra no se pudo evitar.


Monolito que recuerda la batalla de Atapuerca.

      Las huestes castellanas y leonesas se encuentran en Atapuerca, a tres leguas al este de Burgos. Fue por lo tanto Fernando quien atravesó, aunque poco, los límites de su reino para salir al encuentro de su hermano.  García tenía en su ejército fuerzas auxiliares moras, y tal vez, le ayudara su hermano Ramiro.
En los Anales Compostelanos podemos leer: «En la era MLXXXII, el primer día de septiembre, fue matado el rey García, luchando con su hermano el rey Fernando en Atapuerca, por un caballero suyo, llamado Sancho Fortún, a quien había injuriado con su mujer». El mismo asesino, que se puede identificar con Sancho Fortún, señor de Funes hasta poco antes de la batalla, debió perder la vida tras su crimen. La najerense, sin embargo, nos habla de unos parientes ‘fideles’ del rey Vermudo, que, empujados por la reina Sancha, se lanzaron furiosamente hacia el rey García, acción contraria a la intención manifestada por Fernando de capturar vivo a su hermano.


Recreación de la batalla.

     Tal vez aterrado el castellano por el inesperado desenlace, renunció a perseguir a los navarros. Tal vez éstos, lejos de perder la serenidad, supieron defenderse hasta que la noche separara a los combatientes; el hecho es que tuvieron ánimo, no sólo para recoger a su rey y llevarle a enterrar a Nájera, sino también para aclamar en el mismo campo de batalla a su hijo y sucesor Sancho, el que llevará en la Historia el nombre triste de Sancho de Peñalén, y que entonces debía de ser un adolescente de quince años.


1 de Septiembre de 1890.-

     Debido a la sublevación en las islas Carolinas, parte de Manila la primera expedición española destinada a la sofocación de la misma.
     Esta expedición enviada a Ponapé, iba al mando del coronel D. Isidro Gutierrez de Soto, experimentado militar que había participado en Cuba, Mindanao y Santo Domingo. Estaba compuesta por unos 600 hombres que incluían artillería de campaña, infantería de Marina, infantería de línea e ingenieros, con dos cruceros de primera clase: Velasco y Antonio de Ulloa, así como cuatro buques de transporte de tropas y abastecimiento.

Crucero de 1ª clase Velasco.

     Debido a un sinfín de causas, esta primera expedición fracasó estrepitosamente con la misión encomendada. La razón fué el suicidio frente al enemigo del coronel Gutierrez de Soto en Oua. Este hecho creó una enorme confusión en el resto del escalón de mando, ya que nadie sabía el carácter de las acciones a tomar y la manera de ejecutarlas, ya que el coronel y el general Mariano Weyler, gobernador militar de Filipinas, eran los únicos que habían planificado las operaciones. Este suceso ponía en peligro la estabilidad de la zonay la situación española en las Carolinas, por lo que se decidión el envío de una segunda expedición.

Infantería de Marina y marineros en La Colonia, capital de la isla de Ponapé.

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